Crónica de un abordaje
- Daniela Roa
- 26 nov 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 27 nov 2020
Eran casi las 22 horas de un viernes de enero, él estaba por llegar a su silla del avión, una nave de esas enormes con diez asientos por linea, cuatro en el centro y tres y tres por los lados. Era alto, de 1.85 m, piel blanca bronceada y cabello negro. Se situaba en la fila 16, en el pasillo derecho. Sube su maleta de mano a los compartimientos superiores y deja su mochila debajo del asiento delantero. Se coloca los audífonos, se abrocha el cinturón de seguridad y cierra los ojos. Yo estaba del otro lado del pasillo, en las sillas que están pegadas a la ventana.
No habían pasado más de cinco minutos cuando vibró algo, era su celular con una llamada, al parecer, aquella que estaba esperando desde hace tiempo. Su rostro cambió inmediatamente, se le iluminaron los ojos y una sonrisa pintó su cara. ¿Sería su madre o su padre?, ¿su hija o hijo?, ¿tal vez su pareja de años o reciente? o ¿simplemente la persona que le gustaba y hacía latir su corazón un poco más fuerte que de costumbre?
Entre todos los ruidos del avión y su tono de voz muy baja (seguramente para que nadie lo escuchase) no se le entendía casi nada de lo que conversaba, sin embargo, sus ojos y todas sus expresiones lo delataban y lo hacían transmitir todo lo que sentía. Era claro que la estaba pasando bien mientras tenía aquella conversación. De repente la nave quedó en silencio y pude escuchar un poco de lo que hablaba, el hombre decía estar feliz porque al parecer no iba a tener compañeros de asiento. Ya el abordaje estaba por terminar y aún seguía solo en su linea, estaba soñando con acomodarse bien durante las siguiente horas que venían en el largo viaje, cruzando el continente de sur a norte, más o menos unas 12 horas. Le contaba a quien lo escuchaba que subiría las piernas y dormiría como en casa cuando lo interrumpe una chica y para indicarle que su puesto es justo el de su lado izquierdo. Él con su teléfono en la oreja continua hablando y se levanta. Entre inacabables risas comenta que su sueño acababa de morir. Yo, desde el otro lado del pasillo reía en silencio, aunque el asunto no tuviera nada que ver conmigo.
**Suena el alto parlante del avión**
”Bienvenidos al vuelo 175 de Aerolineas Argentinas con destino al Aeropuerto John F. Kennedy de la ciudad de Nueva York. El comandante y toda la tripulación en nombre de la aerolínea les agradece por elegirnos . El vuelo tendrá una duración estimada de 11 horas y 45 minutos. Por motivos de seguridad todos los aparatos electrónicos deben permanecer en modo avión y apagados durante el despegue y aterrizaje. Les rogamos guarde su equipaje en los compartimientos superiores o debajo de la silla frente a usted. El respaldo de su asiento debe permanecer en posición vertical y la mesita plegada. Muchas gracias por su atención y disfrute del vuelo”...
Entre las risas penetrantes noté un cambió en su rostro. No se quería despedir de aquella persona, aunque fuese el momento de hacerlo. El avión iba a arrancar y el debía quitar la señal de su celular. Le dijo a su receptor: “miraré por fin la serie. Al menos un capítulo en el vuelo para ver qué es lo que tanto te gusta de ella y te cuento cuando volvamos hablar después que aterrice. Me reporto al llegar”. Se despidió con un “ya te extraño" y un te quiero. Colgó y suspiró.
Tenía los ojos cerrados, pero era notorio que no intentaba dormir y sólo pensaba.
A mi me fue inevitable querer preguntarle al respecto. Nunca sentí miedo de ser rechazado por mi intervención, sabía que se trataba de algo importante.
-¿Era la chica que te gusta, verdad? - pregunto.
Él me mira a los ojos y sólo puede reírse sin contestar una sola palabra.
-¡Ándale!, sin saber de qué hablaban y con sólo ver tu cara sé que no se trata de cualquier persona - Insisto.
-Si, es la chica que me gusta. Me gusta mucho y la paso muy bien con ella; pero no va a pasar más que ser sólo amigos.
Como buen curioso no pude evitar preguntar qué pasaba de por medio:
-¿Por qué dices eso?, ¿hay algún problema?
-Vive al otro lado del mundo, en Australia y además, ya está con alguien más.
En ese momento pensé "en qué me acabo de meter". La verdad había sentido vergüenza por él. Tenía en mente que debe ser muy complicado estar en una situación como esa. Querer a una persona con la que sabes que prácticamente no puedes estar si no quieres salir herido o lastimar a alguien más.
-Entiendo, pero no te preocupes. A veces no sabemos las vueltas que da la vida - Respondí. Fue lo mejor que en aquel momento se me ocurrió decir.
-Si, tienes razón, ahora somos amigos y disfruto mi amistad con ella, la valoro y respeto sus decisiones.
-Muy bien. Ahora disfruta del vuelo. - Respondí
-Gracias - Me dice- No sabía que mi cara hablaba tanto. Ya lo manejaré en el futuro.
Hubo un silencio entre los dos antes de disponerme a robarle otra historia. Un bebé en el fondo lloraba y la azafata se encontraba dos filas mas adelante atendiendo la solicitud de otro pasajero. Noto que el avión está lleno y escucho sus puertas cerrándose seguido de la confirmación por parlante de aquella acción.
Ya eran las 22:30 y la nave empezaba a retroceder para ir rumbo a la gran manzana.
Decido no hablar más para no incomodar, entonces lo miro:
-¡Buen viaje!
-¡Buen viaje, amigo!- Me responde.

*Ficción
Jajajajajjajaja Hei! Jajajaja seguro que si habrá segunda parte!! La han pedido bastante....😘
Dani no me parece justo cuando creí que venía lo bueno terminas la historia de zas!!! Ni siquiera colocas esta historia continuará... jajajajajajajaja 😒
AMÉ, QUIERO Y NECESITO LEER MÁS!!!!
jajajajajaja que risa!
Auro, esas son las crónicas. Un relato a detalle de un momento específico. En este caso, el abordaje... Pero pronto se puede venir historia más larga para que se den gusto y no queden picaos jajajaja
Abrazos a todos <3
Jajajajajajajajajajs siiiii