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Conociendo corazones

  • Foto del escritor: Daniela Roa
    Daniela Roa
  • 1 oct 2020
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 1 oct 2020

Capítulo 1


Por alguna extraña razón, cuando nos encontramos en nuestra ciudad o en el lugar donde habitualmente residimos, nos es mucho más complicado entablar una conversación de la vida o acercarnos a alguien completamente desconocido sin tener un motivo específico.

Al comenzar a viajar, abandoné mis fronteras mentales. La calle y la naturaleza me arrebataron muchos tapujos, vergüenzas y tabúes. Sentía poco a poco cómo naturalmente y muy hacia lo alto se iban desvaneciendo. Fue ahí, al desatarme, al soltar las riendas, cuando dejé una enorme cantidad de estructuras y empecé con mucho impulso a descubrir corazones.


En el mundo habitan tantos millones de personas que todavía no me alcanzo a imaginar la cantidad innumerable de historias que cada una de ellas trae consigo. Sin embargo, hace un par de años realicé un viaje muy especial donde mi mente hizo un verdadero click que me creó una profunda consciencia sobre esa realidad. A partir de ese momento decidí que viajar para mi iría mucho mas allá de conocer o estar en lugares nuevos, significaría que sin importar el lugar donde me encuentre, conocería seres que con su corazón latente y cada memoria hacen vibrar los rincones de nuestro universo convirtiéndolo en lo más especial que pueda existir sobre la tierra.


Ahora conozco gente, en mi ciudad o en donde sea que me encuentre. Reconozco por instantes que tal vez son personas que sólo veré en esa oportunidad, aún así me intereso por su aventura, sus sueños, sus anécdotas por lo importante que son para ellas mismas y por lo tanto para la historia que compone nuestro mundo.


En septiembre del 2013, estuve en Puerto Iguazú, Argentina. Visitaba la localidad para conocer las maravillosas cataratas que se encuentran a tan sólo 20 Km del lugar. En la ciudad "no hay mucho más que hacer" que dicha excursión, sin embargo, ahí mismo también está situada la triple frontera Brasil-Argentina-Paraguay y en esta esquina se encuentra un hito que es muy concurrido por quienes están de paso. Durante mi primer día allí, no dudé en visitar la famosa área, los tres países vecinos se encuentran separados por el río y se pueden ver entre sí desde donde sea que estés situado.


Al ser un lugar muy visitado por viajeros y turistas es muy común encontrar vendedores ambulantes de todo tipo, desde los que toman la foto, hasta los que venden manillas o recuerdos de la ciudad. Mientras recorría la calle, me encontré con cuatro almas que aún están tatuadas en mi mente, era una familia compuesta por papá, mamá y sus dos hijos pequeños, un niño de tres años y una bebé. Nunca supe sus nombres, pero me bastaba verlos a los ojos para saber que era un clan perfecto y feliz.

El papá era de Entre Ríos, otra provincia de Argentina, y la mamá de Buenos Aires. Él alto, ella baja, ambos delgados, con rastas y sombrero. Eran pareja desde hace algunos años cuando decidieron que querían vivir viajando, en el momento que los conocí lo hacían por su país ya que preferían estar por tierras propias mientras sus hijos crecían un poco más, pero soñaban también con visitar muchos sitios lejanos.

Ellos, disfrutaban de cada segundo de sus vidas.


Cuando vi a su hijito el mayor, nos enamoramos, le pregunté muchísimas veces su nombre, aunque el prefirió dejarlo a mi imaginación. Era un rubio de cabello ondulado que no podía dejar de mirarme, y yo no podía dejar de mirarlo a él. Se "escondía" entre las piernas del papá y las mantas que la mamá tenía en el piso exhibiendo artesanías y manillas realizadas con sus propias manos, aunque al segundo se las quitaba del rostro para regalarme la mejor sonrisa y mirada de amor más pura que alguien sin conocerme pudiera haberme regalado.


Luego estaba su hija menor, ella con seguridad no tendría más de un año. Era blanca, peli roja, ojitos muy claros y tampoco dejaba su sonrisa guardada para ningún otro espacio, luciéndola en todo su esplendor para mostrarnos que la belleza verdadera no viene de ningún otro lado sino de adentro. Su madre la tenía en sus brazos mientras me decía lo que se trataba un estilo de vida como el de ellos teniendo la responsabilidad de dos hijos pequeños. Me contaba que definitivamente no era fácil, pero que aún así nunca habían vivido nada más gratificante en su vida que lo que hacían en ese momento. Ella con su pareja seguían profundamente enamorados y continuarían adelante con su camino sin tener todavía un destino o momento final.


Estuve jugando con los niños y hablando con los padres alrededor de una hora. Llegó el momento de irme debido a que los adultos estaban trabajando y yo debía respetar eso. Ellos tenían que vender sus artículos, aunque de manera muy entregada me habían regalado una parte de su valioso tiempo y energías. Yo también les había contado un poco de lo que creía que era yo en ese instante. Fue la mejor hora invertida en este día. Al final de cuentas la triple frontera era linda pero lo realmente bello fue lo que me encontré en este lugar.

Sólo habían pasado 60 minutos pero ya marcharme se había hecho complicado, no quería dejar a esos ángeles que me había cruzado en el camino. Mi corazón se había conectado con el de ellos, los quise profundamente y de la manera más verdadera en ese tiempo.

Hoy deseo que en donde sea que estén, sus corazones sigan siendo como aquel día.


Conocer personas con distintas maneras de observar las cosas y vivir la vida es de lo más valioso que encuentro en cada viaje. Me lleno de intriga con sus historias y me emociono al punto de hacerlas mías en esos momentos. Cuando conozco corazones percibo mundos completos, comprendo visiones y me doy cuenta que para viajar muy lejos no necesito más que tener a alguien en frente mío.

Conociendo corazones me he dado cuenta que en el mundo la gente es buena, que está llena de amor y que cada uno sólo quiere ser feliz, vivir tranquilo y en paz. Cada quien vive situaciones que hacen que actuemos o reaccionemos de cierta manera, pero al final de cuentas todos, con nuestras infinitas diferencias, somos tan iguales como Dios y el amor.


Ahora cuéntenme, ¿para ustedes qué es viajar?, ¿qué les gusta hacer en cada viaje que realizan?, ¿han intentado conocer historias de los demás?, ¿hablan con desconocidos en sus viajes?


¡Los leo!


Con amor,

Daniela



5 Comments


daniroacape16
Oct 06, 2020

Gracias Andre, Juanca, Heidy y mamá por leerme!

Definitivamente viajar no puede significar lo mismo para todos. Es un conjunto de los sentimientos, acciones y sensaciones que tenemos cuando lo estamos viviendo; y eso dependerá siempre de la experiencia de cada quien.

Abrazos <3

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Andrea Roa
Andrea Roa
Oct 06, 2020

Me tocas el corazón con tu historia muñetita! En serio siento una energía bien tierna en el centro de mi pecho cuando te leo.

Para mí la parte más importante de viajar es cuando comparto con los locales; siento que es la mejor forma de entender un lugar, un idioma, una cultura. Te confieso que en los viajes en los que no he compartido con locales siempre me queda el sinsabor de que me faltó algo más, como por ejemplo cuando estuvimos en Atenas el año pasado. Amo la ciudad, la cultura, los paisajes, su historia, LA COMIDA griega pero me falta aún volver para tener amigos griegos y entender Atenas mucho mejor!

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juan camilo mendez cardona
juan camilo mendez cardona
Oct 02, 2020

Wow me encantó esta historia!!

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Heid Rivera
Oct 02, 2020

Viajar para mí es conocer otras culturas, creencias y vivencias.

En los pocos lugares que he visitado me gusta disfrutar cada momento intensamente.

Tienes carisma para contar con detalles cada viaje realizado. Yo cuanto las anécdotas de cada viaje 😍

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Patricia Capera
Oct 02, 2020

Que lindaaa historia, cada sitio que visitamos es maravilloso, pero lo que realmente importa son los seres que conocemos dónde como dices tú reside el amor de Dios 🤩💚, que orgullosa me siento de ti🧡

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