Aeropuerto de Orly, Paris. 4:55 am: de vuelta a Colombia
- Daniela Roa
- 8 abr 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 27 ago 2020
Era muy temprano y lo que sentía en mi pecho no tenía comparación.
Llegó el día en el que finalmente iba a tener que regresar a mi casa. Con muchísimo sueño porque sólo había dormido 3 horas me alisté y tomé mis transporte hacia Orly. Tenía muchos sentimientos encontrados porque estaba muy cansada. Sin embargo la felicidad que me inundaba era como de otro mundo. Habían pasado 3 intensos meses en los cuales había hecho todo lo que siempre había querido: viajar, estudiar, trabajar, estar con mi familia, conocer, practicar y seguir aprendiendo de idiomas extranjeros; en fin, una cantidad innumerable de acontecimientos que habían hecho de esta temporada un tiempo perfecto.
En el aeropuerto pasé por los filtros de seguridad y seguidamente me fui a buscar la pantalla que señalaba cual era la sala en la que abordaría mi vuelo a Madrid, donde estaría haciendo una corta escala para tomar el transatlántico.
En el momento que llegué a mi sala me quité las dos mochilas con las que cargué por esos 90 días y me senté. En ese momento empecé a observar todo lo que pasaba a mi alrededor. Ocasionalmente observo las personas y empiezo a imaginar como sería su vida, lo que están por hacer o de dónde vienen (todas estas conclusiones finalmente me llegan por lo que me transmiten) y pues ese instante no fue la excepción. Es un ejercicio que me gusta hacer para, siendo verdad o mentira, tener siempre presente que todos cargamos nuestras propias cruces y no debemos juzgar por como lucen o actúan, todos estamos aprendiendo. Sin embargo mientras imaginaba mucho paré por un segundo y me dije a mi misma: hoy observa quien eres tú, qué has hecho y qué estás por hacer. Empecé a verme mi cuerpo, sentía que mis ojos casi no los podía abrir, estaba llena de moretones en los brazos y piernas. Tenía vejigas en los pies por los zapatos y por tanto andar. Definitivamente habían sido marcas de “guerra” (o de vida tal vez), significaban lo mucho que había hecho, aprendido y lo bien que lo había pasado con todo lo que lo implicaba. En ese momento pensé que no hay más verdad de que cada camino tiene su lección y aunque luego que pasa, si bien la aprendimos, nos traerá una paz y tranquilidad inigualable, aunque definitivamente no siempre significa que haya sido fácil.
“ ¿De dónde vengo?, ¿a dónde voy?”, me dije. Saqué mi cuaderno viajero de Jorobada objetos y escribí:
“ Estoy en el aeropuerto de Orly, sala A14, esperando que salga mi vuelo a Madrid, descargando en mi celular series en Netflix para el camino mientras escucho también música. Cualquiera que me conoce diría que estoy triste por regresar; quien no me conoce, sólo lo diría por como luzco en el plano físico…. Pero no, todos se equivocarían. Ha sido una experiencia tan maravillosa que no hay cabida para estar triste. Fueron casi 90 días en los que me sentí siendo realmente yo. Siendo responsable con mi labor y trabajo mientras al mismo tiempo disfrutaba de mi ser y mi libertad. Lloré de emoción y no una, varias veces. Me encanta simplemente poder ser, ser yo, sin limitaciones y pensamientos de restricción por algo o por alguien. Estoy feliz porque pasó y estoy feliz porque vuelvo a casa a ver a mi amada familia. ¿Y saben qué? estoy feliz también porque se que si quiero (y sí quiero) puede pasar nuevamente una y todas las veces que lo desee.
Muchas enseñanzas en este camino, muchos aprendizajes, muchas risas, muchos amigos nuevos y muchas nuevas personas.
Eso que dicen que viajar abre la mente, amigos, no es un dicho ni es mentira. Es un hecho y es real. El día que viajaba de Budapest a Viena estaba muy muy pensativa, tal vez mas que hoy, y ese día en serio me di cuenta cuanto mi mente y la forma como percibo las cosas ha cambiado tan radicalmente desde que tomé la decisión de viajar y no parar de hacerlo. Me gusta recorrer, pero para entender la cultura, no sólo por la foto. Me gusta viajar porque me doy cuenta que somos tan diferentes y que está igual de bien serlo. Me doy cuenta porqué me dicen “hippie” y creo que es porque simplemente he decidido ser realmente yo, sin máscaras. Alma libre y corazón abierto”
Cerré mi cuaderno porque empezábamos a abordar. Mientras lo cerraba me prometí que eso que hice por 3 meses no quedaría en una experiencia del 2019. Sería algo en lo que buscaría la manera para hacerlo de manera permanente. Cada vez que viajo y conozco más me doy cuenta de lo mucho y tanto que me falta por conocer. Esto no es un compromiso con nadie más, sólo conmigo misma y definitivamente, igual, o más de importante. Es la responsabilidad de cumplirme a mi.
Te invito a que pases por mi Instagram y veas algunas de las fotos que tomé en la aventura a Europa el año pasado. De igual manera estaré compartiendo de a poco muchas experiencias de esta y otras travesías. Quiero que conozcan el mundo por si mismos, pero mientras tanto, lo pueden ir conociendo a través de mis historias.
Ahora, cuéntame tu, ¿has tenido ese momento en el que todo se ha parado y te has dicho que es momento de cambiar?, ¿quisieras que te cuente de algún lugar específico donde he estado? te leo.
Con amor,
Daniela.

Este paisaje es hermoso, estar conectado con la naturaleza no tiene límites, hay paz, se respira tranquilidad, no se piensa en otra cosa solo en ser feliz🍀